No sé porque pero desde siempre, desde bien pequeñita, he tenido cierta afición por separarme del grupo. Cuando todos pintaban, yo me salía del dibujo. Cuando todos cantaban yo quería tocar la guitarra. Cuando todos se iban al fútbol yo tiraba con arco. Creo que todo empezó cuando en el cole me mandaban al rincón. Todavía si cierro los ojos y pongo cara de pensar oigo: "Clara ¡Al rincón! A ver si dejas de hablar de una vez". Y bien obediente, aunque sin brio aparente, me iba hacia allá. Miraba a la pared blanca según me iba acercando, el babi se me hacía largo largo y empezaba a investigar todo lo que había ido almacenando en los bolsillos para situaciones de emergencia como esas. Entonces, allí sentadita, la pared se convertía en un lienzo perfecto para plasmar mis ideas. Nunca aprendí que eso me llevaba una y otra vez al despacho del director. Era un castigo con pase vip...
El tiempo pasa, acabas la carrera, trabajas de día, trabajas de noche, trabajas los fines de semana, te suena el teléfono a la una de la madrugada. ¿Y dónde acabo? En aquel maravilloso rincón pero esta vez no estoy sola. Es el
Rincón del Publicista donde creo que estamos todos los que convertimos en lienzos y folios en blanco cualquier objeto para dar forma a nuestras ideas.
Fuente:
www.claramontesinos.blogspot.com